Lete (Leteo)

En la mitología griega, se habla de un río que se llamaba Lete, recorría el inframundo (lugar donde los muertos habitaban): un río cuyas aguas al ser bebidas producían un olvido, necesario para pasar a la siguiente vida.

Los griegos creían en la reencarnación, pero personalmente lo veo como algo metafórico, algo así como la continuación de la vida, y por tanto la responsabilidad tanto de las acciones pasadas (las personas anteriores a nosotros) como la posterior (las personas que vendrán), lo cual continuamos con la tradición de la memoria (Hermeneútica- Historia de la Filosofía I- Gadamer).

Mnemosyne

Asímismo, algunas tradiciones mistéricas reconocen la existencia de otro río, Mnemosine, cuyas aguas al ser bebidas provocan un recuerdo de lo pasado. Enseñaban que al pasar por el Hades se nos preguntaría de qué río queremos beber, y deberíamos hacerlo de Mnemosine, para así acordarnos de lo pasado. Esto aparece en varias tablillas del S.IV a.c. encontradas en el sur de Italia y a través de Grecia.

Frente al oráculo de Trofonio, en Lebadía, existía una fuente llamada Mnemosine, de la cual tenían que beber los iniciados para llegar a la comprensión.

Lo que me parece importante de éste mito, es que tanto Lete como Mnemosine son dos ríos que producen efectos distintos, el olvido o el recuerdo, pero ambos son como dos caras de la misma moneda (al igual que el Dios Jano en la mitología romana, con dos caras: dos opuestos que forman parte de lo mismo).

Dios Jano, el cual tenía dos caras
Dios Jano

Schopenhauer nos dice que el recuerdo de la niñez nos resulta agradable de recordar, debido a un olvido de las preocupaciones que teníamos en su momento (no dejamos de tener angustias en la infancia…).

Olvido y Memoria como partes de lo mismo: a veces es necesario olvidar los recuerdos pasados, las vivencias traumáticas para producir memoria. Esto recuerda a la tradición de Gadamer, el cual nos dice que a través del lenguaje nos relacionamos, incorporamos lo pasado y producimos algo nuevo, mediante el análisis y el pensamiento.

Por tanto, no es bueno ni el olvido total ni el recuerdo total: lo pasado nos construye, nos hace ser lo que vamos a ser; sacamos enseñanzas del pasado, para así no seguir cometiendo errores, incorporar experiencias.

La forma en que se va haciendo memoria es incorporando el pasado, al igual que Homero, del cual se dice que no existió en realidad, sino que era un conjunto de relatos de la antigüedad (otra interpretación nos dice que Homero existió, pero no escribió la Ilíada ni la Odisea, sino que recitaba esos poemas, reunidos por la tradición). Sea como sea, es importante conocer el pasado para vivir lo nuevo.

El olvido total no es bueno, ya que nos hará «tropezar dos veces con la misma piedra», pero tampoco es adecuado considerar la tradición buena porque sea tal, ya que corresponde al modo de pensamiento anterior, y el nuevo puede superar al precedente, incorporando errores y aciertos.

Fuentes

http://sogradargos.blogspot.com.es/2007/12/el-rio-del-olvido.html