H. G Gadamer, en su texto de 1971 «La incapacidad para el diálogo», nos pone de sobreaviso: la conversación está desapareciendo. Es un arte, y en cambio se entiende como un mero opinar, así cualquiera se arroga el derecho de hacerlo.

Aristóteles define al hombre como el ser dotado de lenguaje, de Logos (por tanto no es mero razonar, sino también lenguaje, intercambio). Hay que tener en cuenta: la conversación no es imposible porque alguien no desee hablar, sino porque no se tiene en cuenta al otro, no se trata de comprender en un ir y venir del lenguaje. El diálogo, si trata de ser efectivo, ha de cumplir unas condiciones de posibilidad.

Sócrates no dejó escritos, ya que estos impiden el libre fluir de la conversación, una realidad viva y cambiante.

«Por eso la conversación con el otro, sus objeciones o su aprobación, su comprensión y también sus malentendidos son una especie de ampliación de nuestra individualidad y una piedra de toque del posible acuerdo al que la razón nos invita», 206.

«La condición decisiva es que se sepa ver al otro como otro», 208

Internet ha hecho el mundo más global, interconectado, y lo que antes era menos visible ahora lo es más. Tiene la cualidad de que tanto lo bueno como lo malo tiene mucha más repercusión, y se exaltan ambos sentimientos.

Amparándose en el anonimato que proporciona internet (aunque realmente no es así, ya que nuestro ordenador puede ser localizado), se exponen comentarios, opiniones… con el fin de sacar de las casillas al prójimo. Un trol disfruta con el sufrimiento ajeno, tiene algo de sadismo. No se trata de encontrar razones, sino de atacar con frialdad. Es más, precisamente dicho anonimato hace que explotemos más nuestro sadismo: los datos demuestran que muchas veces las personas más malvadas son de nuestro entorno.

Lo que antes era peleas con amigos en el colegio, o compañeros no muy «amigables», ahora se muestra de forma más pública, y esto puede ser usado por alguien que antes acosaba frente a unos pocos colegas y ahora utiliza las redes sociales para acosar con mayor sadismo, e incluso acabar con la reputación de alguien.

Aquí también caben las noticias falsas (Fake News), que aprovechan el gusto creciente por el discurso demagógico, de fácil digestión, suele ser indicativo de un gusto genético por la falta de veracidad y el sufrimiento ajeno.

Noticias no contrastadas, de rápida comunicación, no buscan otra cosa que la desinformación y el engaño. Como se publican en las Redes Sociales son compartidas, con lo cual son cada vez más visibles y crueles, aparte de conformar una opinión pública manipulable y falta de verdaderas razones al exponer sus opiniones.

Documental «Cuando la Red Social no es social»

 

Fuentes

  • H. G. Gadamer, Verdad y Método II, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2000.

Imagen

«Silhouette couple people man woman», vía Pixabay, bajo licencia CC0 1.0